Un cohete, modelo Falcon 9, despegó a las doce y media de la madrugada del 31 de marzo (GMT+2) de una plataforma de lanzamiento en el Centro Espacial Kennedy de la NASA, en Florida, Estados Unidos.
Alrededor de 32 minutos después del despegue, el cohete desplegó un satélite de comunicaciones geoestacionario (que parece inmóvil desde la Tierra, pero está en movimiento en el espacio), cuya misión será proveer servicios de televisión, internet y otros a usuarios de América Latina.
Al volver al planeta Tierra, el Falcon 9 se posó sobre una plataforma de aterrizaje automatizada situada en medio del mar, valiéndose de un paracaídas y de la potencia de su motor para amortiguar el aterrizaje.
La compañía ya había logrado desplegar satélites desde el Falcon 9, la importancia de esta misión es que este cohete ya había participado en otra misión realizada en abril de 2016, en la que lanzó una cápsula «Dragon» con mercancías para la Estación Espacial Internacional.
Además, esto marca un hito en el objetivo de la compañía de desarrollar un cohete reutilizable para abaratar los costes de las misiones espaciales y dirigirse hacia el turismo espacial.